Nuestras mascotas ocupan un enorme lugar en nuestra casa, familia y por supuesto, nuestro corazón y a veces podemos llevar al límite este amor y llegamos a mimarlos demás, pero ¿Qué tan bueno sería esto? O ¿Qué puede causar?
La primera verdad es que todos los extremos son malos y en el caso de los perros puede cambiar sus actitudes a unas más agresivas y es porque empiezan a considerarse con más derecho en casa del que le corresponde, debido a que su dueño lo humaniza en lugar de aplicar los límites y disciplina que necesitan siempre y cuando el amor esté presente.
Aunque parezca sorprendente, el hecho de consentir a tu perro en exceso es tan malo como maltratarlo ya que ambos son los extremos opuestos, además esta conducta habla mucho más del dueño que de la mascota, porque es una manera de reflejar sus vacíos emocionales. Sin embargo, esto no quiere decir que no le cuidemos o brindemos cariño, ni que seamos controladores, sino que debe ser a su justa medida.
Lo ideal es que como en toda casa, existen reglas de convivencia donde tanto el dueño como el perro respeten el espacio del otro y amándose sanamente.